jueves, 21 de febrero de 2013

Diario de un fulano gente bien


Extractos del diario de un fulano gente bien

… Sí, aquella vez mostré un admirable sentido común, mandando al basurero de la historia viejos cuentos familiares que ya no tenían ninguna justificación práctica. Como dicen los yanquis: That was then; this is now. Esta disposición a mirar hacia el futuro y no entretenerme con ñoñerías sentimentales  del pasado reconfortará sin duda a los que me habían considerado un blandengue irremediable, incapaz de hacer frente a las realidades prácticas de la vida.

En fin, ¿para qué nos vamos a engañar? Para salir adelante en la vida hay que tomar a veces decisiones que a algunos pueden parecer duras. Pero no tiene sentido cargar con el riesgo que supone un pariente pobre que a fin de cuentas vive lejos y es improbable que me lo encuentre por estas partes. Además, ¿qué beneficio práctico puedo esperar a estas alturas de una persona que a su edad no tiene ni casa con piscina, ni automóvil, ni chalet en la playa? Más vale prevenir que curar. Una persona que tiene el mal gusto de quedarse sin trabajo en un país donde -- como todo el mundo sabe -- las calles están adoquinadas con oro, no merece grandes miramientos. Además es sabido que ese país disfruta de unas excelentes prestaciones sociales. Imagínense, ¡el que pierde el trabajo allí goza de seis meses – nada menos —de subsidio de desempleo!  Y aquéllo que dicen, de que allí los cincuentones ya no hallan trabajo con facilidad, es puro cuento.

Él debería haberse ganado la seguridad económica a pulso, como yo. Aprovechando que casualmente llegué a los doce años de edad a un país de relativo desahogo económico, no dudé ni un momento en quedarme aquí. Luego una vez cursados los estudios que tuvieron el acierto de pagarme mis padres, me casé con la hija de un médico que disponía de un caserón enorme, y para hacerle compañía y para que no quedara desocupada la casa, ¡me fui a vivir a la casa de mi suegro y allí sigo veinte años más tarde! Así es como se conquista la seguridad económica, y no buscando trabajitos de traductor en un lugar de mala muerte como Miami. En cambio, él …¡imagínense! Al acabar los estudios dejó la seguridad de Alemania -- donde la tasa de desempleo jamás ha excedido el doce por ciento – para irse a un país de medio pelo como lo es Méjico, donde tuvo la imprudencia de dejarse sorprender por una crisis de la deuda latinoamericana. De modo que se fue a los EE.UU., donde  …

… Si en vez de dilapidar su fortuna tomando drogas en Puerto Rico, hubiese ido antes para Washington, sin duda habría podido vivir desahogadamente de sus ahorros los tres años que le tardó establecerse como traductor allá.

… Mi ex-hermano prácticamente me obligó a romper con él, puesto que me pidió dinero prestado. La primera vez dije por una vez que pase, y le presté varios centenares de francos. Pero el muy ingrato a las tres semanas me volvió a llamar, interrumpiendo para más INRI una de mis clases de inglés, pidiéndome …. ¡más dinero prestado!  Dizque porque no encontraba trabajo. Naturalmente lo regañé a fondo por trastocarme una elegante explicación de los gerundios, y después le escribí explicándole cortésmente que ya no le prestaría nada más. Cuando me escribió el muy ingenuo, preguntándome el por qué, le respondí que necesitaba mi dinero para mantener a mi mujer y mis hijos.  Pero lo cierto es que pedirle dinero a un hermano más de una vez cada cuarenta años – que era el tiempo  que nos conocíamos – es una desfachatez, y no tuve más remedio que romper con él. Claro que no se lo dije así, con todas las letras, para no acongojarlo al pobrecito, pero se lo di a entender sutilmente, mediante el artificio de simplemente no contestarle cuando me escribía. Al rato cayó en la cuenta, y desde entonces ya no tengo más contacto con él.

… Es cierto que la vida de familia nuclear es el bien supremo, pero también hay que divertirse un poco, romper la monotonía, y unos meses más tarde fui a los EE UU a visitar a mis parientes. Es muy importante mantener lozanos y vigorosos los lazos de parentesco, que son un bien más valioso que todas las riquezas de este mundo. No llevé a la familia porque resultaba muy engorroso tanto crío. Visité a mis tíos y primos en diversos lugares de los EE UU.

En cambio a mis tíos y primos de Sudamérica los dejé para otra ocasión. Es cierto que en la Argentina la cocina es estupenda. Pero ese también es un país de medio pelo. ¡Hace pocos años tuvieron la desfachatez de repudiar su deuda externa! Los banqueros suizos estaban horrorizados. Y la tasa de inflación que tienen es un escándalo.

Pasé unos ratos muy agradables con mis parientes, comiendo opíparos platos en restaurantes de primera calidad. Huelga decir que solo visité a los parientes que son gente bien. Por supuesto que a cierto individuo, que a la sazón, según tengo entendido,  habitaba un refugio de desamparados en Wáshington DC, no solamente no lo visité, sino que él ni siquiera se enteró de mi viaje por el país. (No creo que se lo haya contado el tío Bill.) A fin de cuentas, ¿qué sentido tiene ver a gente que no tienen nada que ofrecerle a uno? No me puedo imaginar nada más deprimente. Además del gasto que supondría el irme a Washington, seguramente me habría pedido más dinero prestado. Y habríamos comido en el Burger King.

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