Extractos del diario de
un fulano gente bien
… Sí, aquella vez mostré un admirable sentido común, mandando al basurero
de la historia viejos cuentos familiares que ya no tenían ninguna justificación
práctica. Como dicen los yanquis: That was then; this is now. Esta
disposición a mirar hacia el futuro y no entretenerme con ñoñerías
sentimentales del pasado reconfortará
sin duda a los que me habían considerado un blandengue irremediable, incapaz de
hacer frente a las realidades prácticas de la vida.
En fin, ¿para qué nos vamos a engañar? Para salir adelante en la vida hay
que tomar a veces decisiones que a algunos pueden parecer duras. Pero no tiene
sentido cargar con el riesgo que supone un pariente pobre que a fin de cuentas
vive lejos y es improbable que me lo encuentre por estas partes. Además, ¿qué
beneficio práctico puedo esperar a estas alturas de una persona que a su edad
no tiene ni casa con piscina, ni automóvil, ni chalet en la playa? Más vale
prevenir que curar. Una persona que tiene el mal gusto de quedarse sin trabajo
en un país donde -- como todo el mundo sabe -- las calles están adoquinadas con
oro, no merece grandes miramientos. Además es sabido que ese país disfruta de
unas excelentes prestaciones sociales. Imagínense, ¡el que pierde el trabajo
allí goza de seis meses – nada menos —de subsidio de desempleo! Y aquéllo que dicen, de que allí los
cincuentones ya no hallan trabajo con facilidad, es puro cuento.
Él debería haberse ganado la seguridad económica a pulso, como yo.
Aprovechando que casualmente llegué a los doce años de edad a un país de
relativo desahogo económico, no dudé ni un momento en quedarme aquí. Luego una
vez cursados los estudios que tuvieron el acierto de pagarme mis padres, me
casé con la hija de un médico que disponía de un caserón enorme, y para hacerle
compañía y para que no quedara desocupada la casa, ¡me fui a vivir a la casa de
mi suegro y allí sigo veinte años más tarde! Así es como se conquista la
seguridad económica, y no buscando trabajitos de traductor en un lugar de mala
muerte como Miami. En cambio, él …¡imagínense! Al acabar los estudios dejó la
seguridad de Alemania -- donde la tasa de desempleo jamás ha excedido el doce
por ciento – para irse a un país de medio pelo como lo es Méjico, donde tuvo la
imprudencia de dejarse sorprender por una crisis de la deuda latinoamericana.
De modo que se fue a los EE.UU., donde …
… Si en vez de dilapidar su fortuna tomando drogas en Puerto Rico, hubiese
ido antes para Washington, sin duda habría podido vivir desahogadamente de sus
ahorros los tres años que le tardó establecerse como traductor allá.
… Mi ex-hermano prácticamente me
obligó a romper con él, puesto que me pidió dinero prestado. La primera vez
dije por una vez que pase, y le presté varios centenares de francos. Pero el
muy ingrato a las tres semanas me volvió a llamar, interrumpiendo para más INRI
una de mis clases de inglés, pidiéndome …. ¡más dinero prestado! Dizque porque no encontraba trabajo.
Naturalmente lo regañé a fondo por trastocarme una elegante explicación de los
gerundios, y después le escribí explicándole cortésmente que ya no le prestaría
nada más. Cuando me escribió el muy ingenuo, preguntándome el por qué, le
respondí que necesitaba mi dinero para mantener a mi mujer y mis hijos. Pero lo cierto es que pedirle dinero a un
hermano más de una vez cada cuarenta años – que era el tiempo que nos conocíamos – es una desfachatez, y no
tuve más remedio que romper con él. Claro que no se lo dije así, con todas las
letras, para no acongojarlo al pobrecito, pero se lo di a entender sutilmente,
mediante el artificio de simplemente no contestarle cuando me escribía. Al rato
cayó en la cuenta, y desde entonces ya no tengo más contacto con él.
… Es cierto que la vida de familia nuclear es el bien supremo, pero también
hay que divertirse un poco, romper la monotonía, y unos meses más tarde fui a
los EE UU a visitar a mis parientes. Es muy importante mantener lozanos y
vigorosos los lazos de parentesco, que son un bien más valioso que todas las
riquezas de este mundo. No llevé a la familia porque resultaba muy engorroso
tanto crío. Visité a mis tíos y primos en diversos lugares de los EE UU.
En cambio a mis tíos y primos de Sudamérica los dejé para otra ocasión. Es
cierto que en la Argentina la cocina es estupenda. Pero ese también es un país
de medio pelo. ¡Hace pocos años tuvieron la desfachatez de repudiar su deuda
externa! Los banqueros suizos estaban horrorizados. Y la tasa de inflación que
tienen es un escándalo.
Pasé unos ratos muy agradables con mis parientes, comiendo opíparos platos
en restaurantes de primera calidad. Huelga decir que solo visité a los
parientes que son gente bien. Por supuesto que a cierto individuo, que a la
sazón, según tengo entendido, habitaba un
refugio de desamparados en Wáshington DC, no solamente no lo visité, sino que él ni
siquiera se enteró de mi viaje por el país. (No creo que se lo haya contado el
tío Bill.) A fin de cuentas, ¿qué sentido tiene ver a gente que no tienen nada
que ofrecerle a uno? No me puedo imaginar nada más deprimente. Además del
gasto que supondría el irme a Washington, seguramente me habría pedido más
dinero prestado. Y habríamos comido en el Burger King.
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